domingo, 19 de abril de 2015

Consejos para evitar el estrés

En las circunstancias que vivimos es imposible no estresarse de vez en cuando. El estrés es la dificultad para mantenernos tranquilos y continuar con nuestras actividades diarias de forma normal. Algunas personas tienen un estilo de vida tan complicado que les es imposible no estresarse constantemente, otras sólo son víctimas de este estado cuando cambian su rutina diaria. Lo cierto es que todos tenemos períodos de más o menos estrés. Es importante tomar en cuenta que no todo el estrés es negativo. En algunas situaciones puede ser clave para evitar peligros o daños. El problema es el estrés crónico, ya que nos puede causar problemas de salud como tensión alta, problemas de corazón, obesidad y depresión. ¿Cuáles son los síntomas del estrés crónico? Ya que es imposible no estresarse, debemos conocer los síntomas negativos de este estado para identificarlo a tiempo y evitar que nos afecte más de la cuenta. Conviene estar alerta cuando nos enfrentemos a: Incapacidad para dormir apropiadamente a causa de pensamientos o ideas preocupantes. Estar irritable o impaciente cuando se presentan pequeños problemas. Ser incapaces de concentrarse No poder tomar decisiones. Fumar o beber más de la cuenta. Divertirse menos de la cuenta. Incapacidad para relajarse y sensación de que siempre hay algo pendiente de hacer. Sentirse tenso. Tener dolores de cabeza, cuello o musculares. Quien busca estresarse lo menos posible primero debe conocer las causas que le conducen a ese estado, de esta forma podrá crear una estrategia para manejarlas. Resulta conveniente crear una lista de estas causas, llevar un diario en el que se escriba durante un mes o algunas semanas los temas, lugares, momentos y personas que aumentan nuestro nivel de estrés. Cuando tengamos esta lista optemos por analizar con un amigo o familiar las razones exactas de nuestro estrés. A veces esta sensación no tiene mucho sentido y cuando la vemos en perspectiva desaparece. Si este no es nuestro caso, optemos por usar alguna técnica de relajación cuando nos enfrentemos a un factor estresante. Descansa Es común que al pasar un largo período de tiempo realizando la misma actividad terminemos estresados. Para evitarlo debemos darnos pequeños descansos. Lo recomendable es tomar un descanso de 20 minutos cada dos horas de trabajo. Durante este pequeño período se pueden realizar algunos estiramientos, respiraciones o tomar un pequeño paseo. Un descanso adecuado también contempla un sueño reparador de 6 a 8 horas. Es importante dormir el tiempo adecuado para permitir que nuestro cerebro descanse, que nuestra mente se despeje para mantenernos más sanos. Además, durante este período llevemos a cabo cambios y actividades vitales para desarrollar nuestras actividades diarias. Evita preocuparte Aunque puede ser más sencillo decirlo que hacerlo, evitar las preocupaciones reducirá las posibilidades de estrés de nuestra mente. Es importante que nos mantengamos alerta para evitar las preocupaciones irracionales que surgen cuando nuestra mente está cansada. Si nos sentimos cayendo a un estado de preocupación podemos realizar cualquier actividad que nos distraiga, como reír, hablar con un amigo o leer una historia divertida; aunque la felicidad no dure demasiado, podremos mantener a raya al estrés. Planifiquemos Uno de los problemas más comunes en quienes sufren estrés crónico es que no han aprendido o tomado el hábito de planificar y se enfrentan a situaciones que los sacan de control. Para evitar el estrés crónico podemos optar por crear una agenda con las actividades importantes a realizar. Dentro de la planificación debemos considerar los factores que necesitamos para nuestras actividades, el manejo de nuestro tiempo y las relaciones humanas. Relajémonos Quienes tienden a estresarse demasiado suelen pasar por alto los tiempos para relajarse y meditar sobre ellos y sus actividades. Es importante que cada día tomemos un tiempo para despejar la mente y concentrarnos en nosotros, nuestras actividades y necesidades. Una de las mejores alternativas es la meditación, actividad que ha dado resultados muy buenos de acuerdo con diversos estudios médicos. Mantengámonos activos La actividad física no sólo nos ayuda a mantenernos en nuestro peso ideal, también nos ayuda a sacar el estrés que vamos acumulando al relajar los músculos. Lo ideal es hacer al menos tres horas de ejercicio a la semana y no se necesitan actividades demasiado extenuantes. Una pequeña caminata o un paseo en bicicleta son suficientes para que nuestro cuerpo vea los beneficios. Comamos sanamente Los alimentos grasos o muy refinados tienen la capacidad de modificar nuestros estados de humor, facilitando el estrés. Para combatir este efecto debemos mantener una dieta sana y balanceada que contenga la cantidad correcta de cada tipo de alimento. La dieta perfecta no existe, cada uno de nosotros debe aprender a combinar los alimentos que le den los nutrientes que necesita para su estilo de vida. Busquemos ayuda cuando la necesitemos El estrés es un elemento normal y constante en nuestra vida. Pero si nuestro estrés no hace más que empeorar y no encontramos la solución, quizá necesitemos ayuda especializada para evitar problemas más serios. Es importante buscar a un psicólogo o terapeuta certificado que nos ayude a tratar el estrés desde la depresión o ansiedad que pueda estar generando. Aprendamos a no estresarnos El estrés es una realidad con la que debemos aprender a vivir. Sin importar la edad, nivel económico o profesión que tengamos, en algún momento nos enfrentaremos a una situación que nos estrese. Para que esta situación sea lo menos problemática posible podemos tomar en cuenta los consejos de antes y prevenir sus efectos negativos. Debemos recordar que es una situación que cualquiera puede vivir, por lo que no debemos avergonzarnos y evitar pedir ayuda si la necesitamos.

martes, 7 de abril de 2015

El sentido de la Semana Santa actual

Partiendo de la evidencia de que la Semana Santa surgió en un momento en el que la iglesia católica ejercía un control absoluto ante el poder político y militar y en medio de una ciudadanía poco formada para quien el culto iconoclasta a las figuras de los pasos que, de forma localista, se paseaban a hombros por las iglesias, calles y plazas de todas las poblaciones, bajo la advocación de supuestos casos milagreros que, poco a poco, arraigaron en un pueblo fetichista a quien la idea de fe impuesta desde la infancia no le permitía cuestionarse el sentido de todo aquello, hasta que la tradición, cada vez con más fuerza y seguimiento, recién entrada la primavera, sigue permitiéndonos vacaciones, a pesar del sentido aconfesional del Estado, gobierne quien gobierne, reflexionemos sobre el sentido que tiene en la actualidad. Cada uno vemos desde nuestra perspectiva cuanta circunstancia pasa ante nuestros ojos, en la mayoría de los casos aceptándola y en menos rebelándonos; y esto último hasta con cierta reserva. Este de la Semana Santa es un caso similar, porque la Iglesia se encuentra encantada con que se paseen los pasos, aumenten las cofradías y acuda la gente; no sólo a los actos litúrgicos, sino a ver las maravillas arquitectónicas de algunas basílicas, iglesias, conventos, abadías y cuanto espacio se ha convertido en monumento con acceso restringido previo pago. El poder se sirve del escaparate de las procesiones para desfilar detrás de la imagen de más renombre, que coincide con la más vista. La enseña nacional va pareja a estos actos y preside, no sólo los edificios estatales y autonómicos, sino los estandartes de las procesiones recibidas por el pueblo al son del himno nacional y en algunos casos con canciones militares. La Guardia Civil, la Policía Nacional y el Ejército custodian ciertos pasos con quienes sus cúpulas están más identificados. Estas cúpulas, junto con la clase dirigente de muchas ciudades provincianas, son componentes de cofradías cuyos miembros, a modo de clan cerrado, se conocen, tratan y ayudan con favores privilegiados al coincidir su fe con su ideología política y su estatus social. De este modo resulta incongruente ver cómo en muchas de estas ciudades se invierte en el arreglo de subidas a santuarios, iluminación, puertas, ventanas, verjas, estandartes, publicaciones y publicidad mientras las zonas comerciales se deterioran y los crecientes parados no tienen más opción que aceptar la ayuda recibida bajo el patrocinio de instituciones relacionadas con la iglesia, pero con dinero público de una corporación próxima a los cánones católicos. Para la gente mayor, que es quien mayoritariamente asiste a los cultos la Semana Santa, es tradición, fe, reunión familiar y asistencia a cuantos actos se celebran estos días sin más fin que una rutina que llena sus horas. Para los maduros es motivo de salida a playas, montañas, casas rurales o esa España interior cargada de tradiciones procesionales, que fotografían sin parar sin más sentido que verlas después con sus amistades alrededor de un ágape de fin de semana. Para la juventud diremos que hay dos tipos de vivencias: la del no creyente, que bien en su ciudad o solo porque sus padres se van, estudia por la mañana y se divierte tarde y noche aprovechando que está de vacaciones y la de un sector, en pleno crecimiento, que lleva al más rancio radicalismo una tradición que cada vez más se va pareciendo a la de la España del nacionalcatolicismo de los sesenta. Las oficinas de turismo refuerzan sus plantillas, los hoteles ocupan sus plazas, los comerciantes aumentan con sus horarios las ventas y el Estado sus ingresos con el combustible de los millones de vehículos que se mueven por toda la geografía. Con este cúmulo de intereses no es posible que la Iglesia sea independiente y que se nutra de los ingresos de los creyentes, porque todos nos movemos siempre por los mismos objetivos: la comodidad y el dinero, aunque, no queriendo caer en el radicalismo, es cierto que la excepción la marcan quienes la sienten de verdad y ese sector del sacerdocio que, contrario al escaparate, se esfuerza en proclamar lo que implica a la vez que anima a que se viva, de verdad, la fe a lo largo del año. Lamentablemente suele haber víctimas en los millones de desplazamientos. ¡Para sus familiares es el verdadero duelo de la Semana Santa!