miércoles, 4 de noviembre de 2015

El control informático

Ahora que con mayor asiduidad uso las redes sociales hasta hacerse imprescindibles en mis relaciones familiares y con conocidos y creyendo conveniente interesarme por los inconvenientes que conlleva, toda vez que de las ventajas soy consciente, me acerqué al aula de El Correo el pasado lunes a escuchar una conferencias sobre el tema a cargo de Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña que por su interés relato en este nuevo artículo de un veterano como yo. Hasta ahora cuatro elementos regían las leyes del mundo: aire, mar, tierra y espacio. Recientemente se ha añadido el de la cibernética, con Internet como protagonista. Los países más avanzados son quienes más lo usan y por este mismo motivo son los más vulnerables. El asunto empezó en 1967, cuando siendo presidente de EEUU Lindon B. Johnson se crearon las antenas de seguimiento espacial. A raíz de aquí Daniel Ellesberg, un economista, soldado en la guerra de Vietnam, volvió con información confidencial a la que tenía acceso y sacó a la luz pública la conclusión de que no se ganaría la guerra y que habría muchos muertos. Fue entonces cuando el FBI le persigue y desacredita en el caso llamado “Los papeles del Pentágono”. A partir de ahí se desata una carrera de espionaje cibernético que continuó creándose la NSA, National Security Agency, que persigue a más de 1.600 personas, a las que espía como aquel Gran Hermano de Orwell en su obra 1984. Brad Manning filtra a Julian Assange información de la guerra de Irak, dando lugar al caso Wiki Leaks, por lo que se le acusa de violador y acaba enclaustrado en la embajada de Ecuador en Londres. Edward Snowder se fuga con documentos sensibles del ejército norteamericano en los que denuncia la vigilancia de los EEUU a cientos de personalidades, que filtra al periódico The Guardian. José Ignacio López de Arriortua, Superlópez, siendo director de General Motors, propuso a la compañía un proyecto para montar una factoría en Amorebieta que al no concedérsele le conmina, entre otros temas, a marcharse con información confidencial a Wolkswagen. Curiosamente tuvo un accidente en la A1 y se supo que había sido una de las 2.000 personas que habían sufrido grabación preventiva según el proyecto Epsilon norteamericano. La empresa Telvent, de Alcobendas, sufrió espionaje del ejército popular chino desde una furgoneta aparcada en los aledaños, lo mismo que habían hecho en Canadá y EEUU. Hace dos años cambiaron todas las tarjetas de crédito bancario para implantarlas un chip antirrobo. Las guerras comerciales sufren constantemente el espionaje cibernético. Boeing, en competencia con Airbus, pugnaba por hacerse con un proyecto en Arabia Saudí por un importe de 6.000 millones de euros. Una agencia norteamericana espió las condiciones y se las facilitó a Boeing, que ganó la oferta. Hace 20 años, el hacker que descubría un agujero de seguridad en cualquier lo comunicaba a la empresa; hoy se lo ofrece al mejor postor. Conocido esto, Google ofreció 60.000 euros a la empresa que detectara fallos en su sistema. Los franceses los vieron, pero no los cobraron conscientes de que conseguirían no menos de 400.000. En España es conocido el programa Galileo, del CNI, para incriminar a terceros contaminando sus ordenadores con software malicioso. Esto, que se ha venido haciendo hasta ahora, será legal para los cuerpos de seguridad del Estado a partir del 1 de diciembre. Un ucraniano y un sueco fundaron Novatia Marketing, una empresa que, ubicada en Ucrania, usaba un Sistem Defender con el que al llegar a una página determinada se ponía amarilla la imagen, saltaba una alarma y se inutilizaba el ordenador si no se pagaban 49 euros. Y es que según la Deep Web la parte sumergida de la información de Internet es cinco veces la que conocemos y a la que accedemos. Surgen defensores morales de Internet, como la organización Anonymous, que ataca a quienes creen que hacen daño. No tienen cúpula y se comunican siempre a través de Internet. En 2015 más de 20.000 europeos se unieron a Isis captados desde las redes sociales. Anna Erelle, periodista, contactó con un dirigente de Isis para escribir un artículo. Este personaje la invitó a pertenecer al grupo y desde que se negó recibió amenazas de muerte que la han obligado a cambiar de nombre, lugar e imagen. Internet se usa para venta de antigüedades y para la ciberguerra. Todos los países se vigilan. EEUU utiliza 60.000 personas, China 100.000 y España 8.000. EEUU e Israel, por medio del Stuxnet, un virus informático, hicieron volar una central nuclear en Irán. Babar fue otro virus informático francés que vigilaba a ministros de Zapatero para saber su política. Sustos con drones han tenido Obama y Merkel. El 20% de los soldados serán sustituidos por robots programados antes del 2020. Son temas que asustan tanto como el saber que tirando un USB desde un avión se puede hacer más daño que con una bomba. Y nosotros no nos quedamos atrás cuando sabemos que el virus Careto, del CNI, robaba información y la mandaba cada vez a un sitio distinto. Cuando fue descubierto se autodestruyó sin dejar rastro. Y se sabe la nacionalidad porque parte del código fuente estaba escrito en un mal inglés y con la expresión “Me cago en la mar”. Lo peor es que todos estamos controlados y, con la hiperconectividad que tenemos, lo contamos todo y nos controlan todo. Para hacernos una idea de la evolución llevada a cabo en este sector, sabemos que la potencia de un móvil de hoy es mayor que la del navegador de a bordo del cohete que fue a la luna en 1969. Se pueden fabricar virus contra personas, marcapasos, coches y aviones controlados. Hay mapas de calor, con prepol, que indican la posibilidad matemática de dónde puede haber robos y asesinatos que, usándolos, la policía de Pensilvania ha bajado la delincuencia en un 30%. Los móviles antiguos, en cambio, al carecer de Internet, no pueden ser controlados porque carecen de los terminales que dan nuestra localización. Y es que los conceptos de seguridad y privacidad han cambiado, pero ¿quién se niega a usar un móvil? ¿Quién a no instalar en su casa el contador inteligente? A disponer del coche más moderno, el viaje en avión o los electrodomésticos de vanguardia. Y es que, como siempre, todo radica en la moderación, la prudencia y la discreción y eso lo proporciona la educación, en su doble vertiente de formación e instrucción.