sábado, 16 de septiembre de 2017

Una fecha memorable

El 11 de septiembre, aparte del recordatorio de un día luctuoso como fue el atentado contra las torres gemelas de Nueva York, se sucedieron en la familia acontecimientos que sin pretender ponerlos en comparación suponen una fecha a recordar de ahora en adelante por diversos motivos, razón por los que los cito desde mi perspectiva de veterano. Aunque esté feo que como autor vaya por delante, lo excuso por ser el mío el menos relevante: canté con el coro Lagundi en la Universidad de Deusto la misa por el hermano Garate, de cuyo fallecimiento se cumplen ahora 88 años. A partir de aquí, y sin pretender otra prioridad que la edad, que dicen que es un grado, mi hija Cristina empezaba a dar clases de Estadística en euskera en la Facultad de Económicas de Sarriko mientras que Beatriz recibía en su empresa, dedicada a la fabricación de hornos industriales, a un alemán para intentar venderle un horno. Los resultados de tan variados acontecimientos han sido dispares, pero tienen el denominador común de que en todos hemos puesto nuestros cinco sentidos, como viene siendo habitual en la familia desde que tenemos uso de razón. Gaskon, el marido de Cristina, se inicia como vicedecano de alumnado en la UPV y Jon, novio de Beatriz, combina su labor de ingeniero térmico con actividades de salvamento y socorrismo. Pero si tenemos que destacar un acontecimiento es el de nuestro pequeño Mikel, quien con veintiún meses y veintisiete días inició su andadura escolar, que esperemos sea larga y fructífera. Dignos del esfuerzo que tendrá que hacer para conseguir sus objetivos, el primer y el segundo día no lloró porque estuve con él, aunque los días siguientes lo hizo casi en la totalidad horaria, no en vano era la primera vez que se separaba de sus seres queridos, se encontraba con dos personas adultas desconocidas, con niños con los que aún no interactúa y en un ambiente que estando bien decorado según los cánones pedagógicos eran totalmente extraños para él. Ha sido una fecha memorable, inicio de una larga carrera de obstáculos que encumbrará a mis hijas personal y profesionalmente, convertirá a mi nieto en la persona que queremos que sea; formará al yerno y al aspirante formal a serlo. Mientras, mi mujer y yo esperamos seguir de arbotantes de este gran edificio en construcción que es nuestra familia, a la que dedicamos nuestra dedicación y devoción.