viernes, 8 de agosto de 2014

Misión del individuo

Partamos de la premisa de que hay que olvidarse del individuo como eje central de la organización humana. Dejemos para la historia aquel ser fuerte que dominaba a otros por la fuerza bruta y el temor de otros le convertía en jefe, no por convicción, sino por la imposición del miedo y tengamos en cuenta la misión del individuo, que evidentemente tiene que estar preparado para ser parte integrante de la sociedad democrática, elemento característico del mundo actual que debe mejorar nuestro presente diseñando el futuro. Sin que se anule el valor personal, sino, todo lo contrario, integrando al individuo en un grupo, diseñemos, por partes, las características de la sociedad para la que hay que prepararle: PLURALISMO, lejos de sociedades monolíticas, con una sola raza, lengua o credo, con lugares donde las fronteras tiendan a desaparecer y la sociedad sea variopinta, cargada de TOLERANCIA para aceptar al otro, por diferente que sea, donde aclaremos nuestras diferencias por medio del diálogo, en el que rechacemos lo mío y lo tuyo integrándolos en lo nuestro, dentro de una población, provincia, estado o continente; con ciudadanos de un planeta compuesto por seres humanos en una búsqueda permanente de una paz estable, con amplitud de miras. También será necesaria la SOLIDARIDAD, entroncada en la tolerancia, aceptando que todo nos afecta si somos ciudadanos del mundo; con un rechazo del individualismo mezquino en el que sólo me afecta aquello que repercute en mi interés; con hechos que empequeñecen al individuo y le limitan. Con los foros de comunicación actuales no podemos limitarnos a situaciones locales, porque el mundo debe ser nuestra patria y todos los seres humanos nuestros compatriotas. Cualquier hecho relacionado con ellos y lo que nos rodea debe ser motivo de nuestra solidaridad y esto nos lleva a mantener un PAPEL ACTIVO que nos conduzca a una militancia comprometida en mejorar permanente, desde el aprendizaje de las primeras técnicas instrumentales en la escuela a pensar, criticando constructivamente los hechos que nos inculcan. Esto nos debe conducir a una preparación continua, no sólo de forma receptiva, sino argumentando a favor y en contra de cuanto llegue ante nosotros. Esta debe ser la constante en nuestro futuro profesional y, sobre todo, personal.

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