miércoles, 7 de enero de 2015

Abordemos la muerte

Estamos tan apegados a la vida que no resulta fácil aceptar un final. Para protegernos, evitamos pensar en la muerte y, cuando lo hacemos, nos invade el miedo, un miedo que ya es por sí un sufrimiento. La mayoría desconocemos cómo prepararnos para afrontar ese momento trascendental. La muerte es, sin duda, el principal de todos los temores. El hombre ha buscado incansablemente durante toda su existencia la fuente de la juventud eterna, que no es más que la búsqueda de la inmortalidad. Sin embargo, si hay algo en la vida que todos sabemos es que cuanto nace está condenado a morir. La muerte es un hecho natural y universal. Pese a ello, vivimos de espaldas a ella. Es un tabú, una conversación de mal gusto, un pensamiento que debe desaparecer de nuestra mente. El temor a lo desconocido, a la inseguridad que produce no saber qué hay después de esta vida, nos produce desazón y sufrimiento. La receta para vencer el temor a la muerte es pensar positivamente, aceptar con serenidad que la muerte forma parte de la vida y que empezamos a morir desde el momento en que nacemos. Un viejo refrán afirma que sólo cuando aprendemos a vivir aprendemos a morir. Pero muy pocos lo ponen en práctica, a pesar de que todos pensamos que es "ley de vida" y que "a todos nos llegará algún día", nunca estamos preparados del todo para afrontarla con serenidad y madurez. Cómo aceptar la muerte. Si la muerte es una parte natural del ciclo de vida y todos tenemos que llegar a un acuerdo con él, aceptar lo inevitable no tiene por qué ser difícil si lo ajustamos a esa perspectiva. Veamos una serie de sugerencias para afrontar nuestro destino final con resignación: Aceptar la muerte estando abierto a sentirse vulnerable. Las personas tenemos una falsa percepción de cómo se debe reaccionar a la muerte. No es necesario ser fuerte y estoico para ello Hacer un duelo de manera adecuada para atravesar el proceso entero. Aceptar la muerte permitiéndonos hacer un duelo y dándonos tiempo para luchar con los sentimientos que experimentamos. Enfadarse es una parte del proceso de duelo y la debemos atravesar antes de poder aceptar la muerte. Aunque estemos peleando con el pensamiento de nuestra propia muerte, es correcto enojarnos. Debemos dejar atrás esta fase para aceptar la muerte. Discutir el tema de la muerte con nuestros seres queridos. Es imposible evitar la muerte evitando hablar de ella. Seamos abiertos y honestos y dejemos que aquellos seres cercanos sepan cómo deseamos que, en un futuro, sea manejada nuestra muerte. Abramos un diálogo y dejemos que las personas sepan que es correcto hablar de esta delicada asignatura. Enumerar nuestros sentimientos acerca de la muerte. Ya sea por la muerte de alguien cercano a nosotros, o nuestros sentimientos acerca de la suya, dejemos fluir nuestros pensamientos. Escribe libremente cada pensamiento que venga a nuestra mente. Meditemos acerca de los resultados, pero alejados del egoísmo de pensar sólo en nuestro final, veamos también cómo enfrentarnos a la muerte de un ser próximo. Cuando una persona está a punto de morir, es frecuente que entre esa persona y sus familiares se abra un muro de silencio. Quien agoniza sabe que si pregunta qué va a pasar sus seres queridos le asegurarán que se va a recuperar. Los allegados, por su parte, intentarán quitar hierro ante el paciente a una situación que la persona afectada. ¿Qué hacer? Teniendo en cuenta que lo más importante es escuchar a la persona y mantenerse a su lado, con un sentimiento de amor incondicional, la Psicología ofrece algunos consejos: 1. Escuchar es más importante que hablar. Permanecer atentos a sus expresiones físicas o verbales le hará menos traumático el trance al moribundo. 2. Acompañarle supone sentarse a su lado, mirarle a los ojos, cogerle la mano, acariciarle. 3. Respetar sus silencios resulta vital para ordenar sus miedos, emociones y sentimientos. 4. Respetar sus decisiones y su fragilidad no significa que no pueda tomar decisiones. Es una persona y hay que respetar sus puntos de vista. 5. Decir a menudo que le queremos supone hacerle sentir lo mucho que ha aportado a tu vida y a la de otros. 6. Ayudarle a recordar sus logros es fundamental para que al final de la vida hagamos recuento de nuestros actos, aunque para ello haya que ayudarle a fijarse en sus cualidades positivas obviando sus errores.

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