sábado, 3 de enero de 2015

Sobre la coherencia

Coherencia es el valor que nos hace ser personas de una pieza cuando actuamos de acuerdo a nuestros principios. Coherencia es la correcta conducta que debemos mantener en todo momento basada en los principios familiares, sociales y religiosos aprendidos a lo largo de nuestra vida. Con este valor somos capaces de cumplir con mayor eficacia nuestras obligaciones, pues hace falta ser honesto y responsable. En nuestras relaciones personales es indispensable para ser sinceros y confiables. Para nosotros es un medio para fortalecer el carácter, de desarrollar la prudencia y disponer de un comportamiento verdaderamente auténtico. El problema de vivir este valor es que siendo susceptibles a la influencia de las personas y lugares a los que asistimos, por temor callamos, podemos querer evitar contradecir la opinión equivocada o hacer lo posible por comportarnos según el ambiente para no quedar mal ante nadie sin darnos cuenta de que no es posible formar nuestro criterio y carácter si somos incapaces de defender los principios que rigen nuestra vida cuando los mejor en estos casos es mantenerse firmes, aún a costa de la opinión o amistad que aparentemente está en juego. Debemos ser valientes para superar el temor a ser señalados como extraños, anticuados o retrógrados, porque un carácter débil inspira poco respeto y con él no lograremos nunca demostrar la importancia de vivir de acuerdo a unos principios y valores. Podemos suponer que actuar en base a nuestras propias convicciones basta para ser coherentes, pero existe el riesgo de adoptar una actitud traducida en un "soy como soy y así pienso", porque la coherencia exige esa firmeza y postura, pero se necesita un criterio bien formado para no caer en una obstinación. Todo indica que en algunos momentos exigimos coherencia en los demás: para recibir un justo salario, cuando pedimos colaboración a los compañeros de trabajo, que nos dispensen atenciones en casa, lealtad y ayuda de los amigos. Pero esto debe llevarnos a reflexionar si trabajamos con intensidad y en equipo, si correspondemos con creces a los cuidados que recibimos en casa, si somos leales y verdaderos amigos de nuestros amigos.Siempre debemos ser conscientes de que la coherencia hasta cierto punto es flexible. Por una parte es aprender a callar y ceder en las cosas sin importancia, pero en circunstancias en las que el prestigio y la seguridad de las personas, la unidad familiar o la estabilidad social están en juego, se tiene la obligación de afrontar la situación para evitar un daño a los derechos de los demás. Este es el motivo por el que el ejercicio de la prudencia es determinante para saber actuar acertadamente en cualquier circunstancia. ¿Qué se necesita para ser coherentes, voluntad o conocimiento de los valores? En sentido estricto, ambos. Voluntad para superar nuestro temor a ser "diferentes" con el implícito deseo de ser mejores y ayudar a los demás a formar valores en su vida. Con el conocimiento hacemos más firmes nuestros principios y descubrir su verdadero sentido y finalidad nos lleva a ejercitarnos en los valores y vivirlos de manera natural. Por todo ello, para la práctica y vivencia de este valor, consideremos los siguientes consejos: 01. Examinemos si nuestras actitudes y palabras no cambian radicalmente según el lugar y las personas con quien estemos para que en todo lugar se tenga la misma imagen y opinión de nosotros 02. Pensemos en la coherencia que exigimos de los demás y si actuamos y correspondemos, al menos, en la misma proporción 03. Seamos prudentes para elegir amistades, lugares y eventos, porque no tendremos que escondernos, mentir ni comportarnos en forma contraria a nuestros principios 04. Evitemos hacer trampa o cumplir con nuestras obligaciones a medias, aunque sea lo más fácil y nadie se percate de ello por el momento 05. Procuremos nos ser necios. Consideremos que algunas veces podemos estar equivocados, escuchemos, reflexionemos, informémonos y corrijámonos si es necesario 06. Evitemos discusiones y enfrentamientos por cosas sin importancia. No perdamos la cordura si hay algo que defender o aclarar. Tengamos siempre serenidad, cortesía y comprensión. La experiencia demuestra que vivimos con mayor tranquilidad y nuestras decisiones son más firmes al comportarnos de manera única y que a la larga todos aquellos que alguna vez se burlaron de nuestros principios terminan por reconocer y apreciar la integridad de nuestra persona. Por este motivo, la unidad de vida aumenta nuestro prestigio personal, profesional y moral, lo que garantiza ind¡condicionalmente la estima, el respeto y la confianza de los demás y sobre todo actuemos siempre según nuestros principios.

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